Y si me enojo por todo, es porque todo me enoja o será porque dentro mío existe una frustración y el medio para darle fluidez es el enojo hacia cualquier cosa y persona.
Y si envidio de todos, todo, es porque envidio todo lo que tienen o será porque dentro mío existe una frustración de no realización y no coraje y valor para hacer lo que realmente me llama -llamado vocación-.
Y si pudiese preguntarme varias cosas más, podría ser que todo lo que utilizo son escusas para justificarme y frustraciones para abandonarme.
Y justificarme es darle una falsa razón a mi lamento y poner mi atención, mis energías y mi vida en ser un mártir, una pobre víctima de alguien, de todos, de todo. Víctima de la sociedad y víctima de haber nacido aquí, siendo este claramente el lugar erróneo. Es inventarme, y creerme, cualquier mentira.
Y abandonarme es dejarme de lado. Es negarme. Es dejar mi poder a la deriva y con él dejarme a mi a la deriva. El frustrarme es no querer abrirme al aprendizaje, no aceptar el error, negarme a lo que me pasa y por consiguiente a mi vida. De allí, recaer en los vicios como escapes.
Existe una posibilidad que la dejamos de lado, que no la tenemos en cuenta. Esta posibilidad suele ser la "menos agradable" porque la responsabilidad de saberme mi propio autor de mi dolor, de mi desidia, de mi desesperanza, de mi ira, de mi miedo, de mi negación, de mi frustración, de mi inseguridad es algo que no suena lindo.
Lo que yo me preguntaría es ¿Qué me conviene, si escaparme de lo que me pasa o si de atenderme, asistirme y sanar mi dolor?.
Y la respuesta sería obvia, pero se suele querer tener sin hacer nada al respecto, sin hacerse uno responsable de lo que tiene ni responsable de como lo consiguió.
Y si pudiese verme al momento de que la ira, frustración, desidia, abandono, resignación, dolor, negación, envidia es tan solo una puerta que hay que cruzar para ver lo que sucede dentro mío. Sería el perfecto momento para soltar aquello que ya está pautado a brotar, hacer y hacerme sentir y poder tomar con mis propias manos mis propios sentimientos e ideas.
Pues siempre han existido dos caminos y aunque no lo queramos creer, la gran mayoría de las veces hemos elegido el mas fácil... el más largo y peligroso.
Alejarse de uno mismo, hacer oídos sordos y vista ciega.
Aceptar un plan el cual nunca tuve siquiera posibilidad de elegir, hasta ahora. Hasta este mismísimo momento.
Y aquí culmina un ciclo; y aquí comienza uno nuevo.
Yo, quien decide por mi vida y por todo lo que dentro de mi pasa.
Yo, quien elije responsable y sanamente.
Yo, quien más sino.
Y si envidio de todos, todo, es porque envidio todo lo que tienen o será porque dentro mío existe una frustración de no realización y no coraje y valor para hacer lo que realmente me llama -llamado vocación-.
Y si pudiese preguntarme varias cosas más, podría ser que todo lo que utilizo son escusas para justificarme y frustraciones para abandonarme.
Y justificarme es darle una falsa razón a mi lamento y poner mi atención, mis energías y mi vida en ser un mártir, una pobre víctima de alguien, de todos, de todo. Víctima de la sociedad y víctima de haber nacido aquí, siendo este claramente el lugar erróneo. Es inventarme, y creerme, cualquier mentira.
Y abandonarme es dejarme de lado. Es negarme. Es dejar mi poder a la deriva y con él dejarme a mi a la deriva. El frustrarme es no querer abrirme al aprendizaje, no aceptar el error, negarme a lo que me pasa y por consiguiente a mi vida. De allí, recaer en los vicios como escapes.
Existe una posibilidad que la dejamos de lado, que no la tenemos en cuenta. Esta posibilidad suele ser la "menos agradable" porque la responsabilidad de saberme mi propio autor de mi dolor, de mi desidia, de mi desesperanza, de mi ira, de mi miedo, de mi negación, de mi frustración, de mi inseguridad es algo que no suena lindo.
Lo que yo me preguntaría es ¿Qué me conviene, si escaparme de lo que me pasa o si de atenderme, asistirme y sanar mi dolor?.
Y la respuesta sería obvia, pero se suele querer tener sin hacer nada al respecto, sin hacerse uno responsable de lo que tiene ni responsable de como lo consiguió.
Y si pudiese verme al momento de que la ira, frustración, desidia, abandono, resignación, dolor, negación, envidia es tan solo una puerta que hay que cruzar para ver lo que sucede dentro mío. Sería el perfecto momento para soltar aquello que ya está pautado a brotar, hacer y hacerme sentir y poder tomar con mis propias manos mis propios sentimientos e ideas.
Pues siempre han existido dos caminos y aunque no lo queramos creer, la gran mayoría de las veces hemos elegido el mas fácil... el más largo y peligroso.
Alejarse de uno mismo, hacer oídos sordos y vista ciega.
Aceptar un plan el cual nunca tuve siquiera posibilidad de elegir, hasta ahora. Hasta este mismísimo momento.
Y aquí culmina un ciclo; y aquí comienza uno nuevo.
Yo, quien decide por mi vida y por todo lo que dentro de mi pasa.
Yo, quien elije responsable y sanamente.
Yo, quien más sino.
Comentarios