Crece la flor, de aquel cuerpo que fue enterrado.
Nace la vida a partir de la muerte, y lo vemos al revés; percibimos, torpemente que la vida se acaba al morir.
Ricos frutos salen del manzano, más su mayor virtud no son los frutos sino lo que dentro de ellos están.
En sus semillas está la existencia de miles de árboles en constante evolución.
Si cada gota de suspiro, la reabsorbiese como experiencia, aprendizaje y sabiduría cuán rica sería la vida.
Que nosotros vemos al esfuerzo como castigo y al castigo como el medio para llegar a la felicidad. Pero que es la felicidad, sino un espejismo de realización. Una trampa de regreso hacia la infelicidad; para sentir que la incomodidad sigue estando en uno.
Ciegos andamos, porque no usamos nuestros ojos para ver.
Sordos andamos, porque no usamos nuestros oídos para oír.
Mundos andamos, porque no usamos nuestra boca para comunicarnos.
Insensibles andamos, porque no nos conectamos con lo que nos sentimos.
Y con todo esto que nos aliena de nosotros mismos, que nos pone en el tapete de lo "normal" es que estamos andando entre tantos otros.
Las estructuras que nos han enseñado a pensar, ya no las vemos como tales y las percibimos como flujo natural de ideas. Y creemos que somos libres, como un pez en el océano, pero estamos atrapados, entrenados y condicionados insanamente.
La salud está ligado con el bienestar, con la armonía y con el equilibrio físico, emocional, mental y espiritual. Pues como es que nos vemos saludables por tener implantes o manipular con poder a un o "esclavizar" a un otro.
Pues estas reflexiones son la propuesta de quitarse la venda, de sacarse los tapones de los oídos, de acallar la boca para ruido y comenzar a dialogar.
Estas reflexiones son el puntapié para el análisis propio y darme cuenta de mi situación, de mis negaciones y escapes; de mis sufrimientos y vacíos.
Darme cuenta de que la venda nunca estuvo en los ojos ni oídos, sino en mi mente; con ideas que me oscurecían mi posibilidad creadora y creativa.
Apagado el sentir, tan solo queda una máquina.
No me concibo máquina, es por ello que debo encontrarme para sentir-me.
Nace la vida a partir de la muerte, y lo vemos al revés; percibimos, torpemente que la vida se acaba al morir.
Ricos frutos salen del manzano, más su mayor virtud no son los frutos sino lo que dentro de ellos están.
En sus semillas está la existencia de miles de árboles en constante evolución.
Si cada gota de suspiro, la reabsorbiese como experiencia, aprendizaje y sabiduría cuán rica sería la vida.
Que nosotros vemos al esfuerzo como castigo y al castigo como el medio para llegar a la felicidad. Pero que es la felicidad, sino un espejismo de realización. Una trampa de regreso hacia la infelicidad; para sentir que la incomodidad sigue estando en uno.
Ciegos andamos, porque no usamos nuestros ojos para ver.
Sordos andamos, porque no usamos nuestros oídos para oír.
Mundos andamos, porque no usamos nuestra boca para comunicarnos.
Insensibles andamos, porque no nos conectamos con lo que nos sentimos.
Y con todo esto que nos aliena de nosotros mismos, que nos pone en el tapete de lo "normal" es que estamos andando entre tantos otros.
Las estructuras que nos han enseñado a pensar, ya no las vemos como tales y las percibimos como flujo natural de ideas. Y creemos que somos libres, como un pez en el océano, pero estamos atrapados, entrenados y condicionados insanamente.
La salud está ligado con el bienestar, con la armonía y con el equilibrio físico, emocional, mental y espiritual. Pues como es que nos vemos saludables por tener implantes o manipular con poder a un o "esclavizar" a un otro.
Pues estas reflexiones son la propuesta de quitarse la venda, de sacarse los tapones de los oídos, de acallar la boca para ruido y comenzar a dialogar.
Estas reflexiones son el puntapié para el análisis propio y darme cuenta de mi situación, de mis negaciones y escapes; de mis sufrimientos y vacíos.
Darme cuenta de que la venda nunca estuvo en los ojos ni oídos, sino en mi mente; con ideas que me oscurecían mi posibilidad creadora y creativa.
Apagado el sentir, tan solo queda una máquina.
No me concibo máquina, es por ello que debo encontrarme para sentir-me.
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