Tomé con desespero aquella foto y la rompí; primero en dos partes. Al ver, y sentir, que esto no calmaba mi fuego, volví a mutilarla y allí, fui tomando coraje y multiplicando los pedazos hasta el punto que ya no podía romperla más, que de ella nada quedaba.
Quería quitar ese momento de mi vida, de mis recuerdos; quería negar que haya pasado, que siquiera haya existido...
Sentí que lo había logrado, por una mismísima fracción de segundo mientras mi ira y dolor estaban aún vivos dentro mío.
Al apagarse ese fuego la foto ya no estaba, ya no existía como tal, pero fue regenerándose dentro mío, en mi mente. Pude ver todos y cada uno de los colores de la foto, y con ellos cada uno de mis sentimientos.
Pues yo quería negar mi sentir y no la foto en sí; y lo que logré fue que el sentir tome nuevamente vida, teniendo como fuente de ignición al dolor y a la negación.
Allí comencé a llorar, a sentir esos recuerdos y lo que en ellos dentro mío grababan. Comencé a vivir aquella experiencia una vez más, como si fuese la primera vez. Percibía los olores que hace tanto había olvidado y las texturas que ya no palpaba.
Me sentí con aquella edad, con aquel cuerpo y con todo ello rodeándome y ahogándome, sin yo saber que hacer.
Aquí y ahora, allí y entonces... todo se unía en un segundo y yo no tenía ninguna herramienta para hacer nada.
Los minutos pasaron hasta cumplirse más de cuatro horas y yo seguía mirando la nada misma, viendo la foto en todo lo que veía, en cada lágrima que había brotado por mis ojos.
Así concluyo mi día, y yo sin fuerzas para hacer algo al respecto. Me entregué a recuerdo y a mis sentimientos.
Sin saberlo, había comenzado algo que hasta que no se consumiera no iba a detenerse; y mientras lo hiciera hasta podría devorarme a mi también... y así lo hizo.
Un nuevo día surgió y con él calor contenedor y reparador de una chance para resolver mi problema.
Pude ver la foto, reflejada dentro mío, y allí entendí que no puedo negar lo que pasó. Ni tampoco resolver mediante la destrucción. Mis sentimientos están latiendo dentro mío, aun sin que yo pueda saber cuales son, el desconectado soy yo y no ellos que están arraigados a mis entrañas.
La foto ya era otro recuerdo más, ahora, mientras que yo estaba sintiendo lo que había sentido en aquel momento. en este presente.
Pude sentir ese dolor y vacío, esa no-contención y angustia; pude ver a aquella figura marginada y temblorosa. Pude saborear el miedo en toda su intensidad.
Estando conectado internamente con aquel momento es que tuve la posibilidad, y la tomé, de hacer algo al respecto.
El suceso seguía siendo el mismo, y seguirá así.
El significado de ese suceso cambió. Ya no es todo ese miedo, dolor, vacío, soledad, abandono, carencias y angustias; hoy ese recuerdo me simboliza un nuevo vínculo conmigo mismo.
Una nueva respuesta y salvación a mi mismo.
Haberme deshecho de la foto, de la rigidez material, me conecté con los sentimientos, la fluidez emocional. La posibilidad de desplazarme en el tiempo, entre ideas y pensamientos, y de reparar, resignificar, aquella experiencia con amor.
Ahora veo esa foto, dentro mío. En ella veo a aquel que fui y que se conecta con quien soy.
Absorbo la experiencia de ese entonces como también la del proceso de sanación.
Aprendo a curarme en cuerpo, mente, emociones y a conectarme con quien soy; aquel que en la pureza sigue siendo real, genuino y luminoso.
Una nueva respuesta y salvación a mi mismo.
Quería quitar ese momento de mi vida, de mis recuerdos; quería negar que haya pasado, que siquiera haya existido...
Sentí que lo había logrado, por una mismísima fracción de segundo mientras mi ira y dolor estaban aún vivos dentro mío.
Al apagarse ese fuego la foto ya no estaba, ya no existía como tal, pero fue regenerándose dentro mío, en mi mente. Pude ver todos y cada uno de los colores de la foto, y con ellos cada uno de mis sentimientos.
Pues yo quería negar mi sentir y no la foto en sí; y lo que logré fue que el sentir tome nuevamente vida, teniendo como fuente de ignición al dolor y a la negación.
Allí comencé a llorar, a sentir esos recuerdos y lo que en ellos dentro mío grababan. Comencé a vivir aquella experiencia una vez más, como si fuese la primera vez. Percibía los olores que hace tanto había olvidado y las texturas que ya no palpaba.
Me sentí con aquella edad, con aquel cuerpo y con todo ello rodeándome y ahogándome, sin yo saber que hacer.
Aquí y ahora, allí y entonces... todo se unía en un segundo y yo no tenía ninguna herramienta para hacer nada.
Los minutos pasaron hasta cumplirse más de cuatro horas y yo seguía mirando la nada misma, viendo la foto en todo lo que veía, en cada lágrima que había brotado por mis ojos.
Así concluyo mi día, y yo sin fuerzas para hacer algo al respecto. Me entregué a recuerdo y a mis sentimientos.
Sin saberlo, había comenzado algo que hasta que no se consumiera no iba a detenerse; y mientras lo hiciera hasta podría devorarme a mi también... y así lo hizo.
Un nuevo día surgió y con él calor contenedor y reparador de una chance para resolver mi problema.
Pude ver la foto, reflejada dentro mío, y allí entendí que no puedo negar lo que pasó. Ni tampoco resolver mediante la destrucción. Mis sentimientos están latiendo dentro mío, aun sin que yo pueda saber cuales son, el desconectado soy yo y no ellos que están arraigados a mis entrañas.
La foto ya era otro recuerdo más, ahora, mientras que yo estaba sintiendo lo que había sentido en aquel momento. en este presente.
Pude sentir ese dolor y vacío, esa no-contención y angustia; pude ver a aquella figura marginada y temblorosa. Pude saborear el miedo en toda su intensidad.
Estando conectado internamente con aquel momento es que tuve la posibilidad, y la tomé, de hacer algo al respecto.
El suceso seguía siendo el mismo, y seguirá así.
El significado de ese suceso cambió. Ya no es todo ese miedo, dolor, vacío, soledad, abandono, carencias y angustias; hoy ese recuerdo me simboliza un nuevo vínculo conmigo mismo.
Una nueva respuesta y salvación a mi mismo.
Haberme deshecho de la foto, de la rigidez material, me conecté con los sentimientos, la fluidez emocional. La posibilidad de desplazarme en el tiempo, entre ideas y pensamientos, y de reparar, resignificar, aquella experiencia con amor.
Ahora veo esa foto, dentro mío. En ella veo a aquel que fui y que se conecta con quien soy.
Absorbo la experiencia de ese entonces como también la del proceso de sanación.
Aprendo a curarme en cuerpo, mente, emociones y a conectarme con quien soy; aquel que en la pureza sigue siendo real, genuino y luminoso.
Una nueva respuesta y salvación a mi mismo.
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