La carencia ha sido mi base; desde ella he fundado mi vida. Entre ella me desplacé e interactue.
En cada mamadera, en cada abrazo y sonrisa estaba ella. En cada silencio, en cada rechazo y distancia estaba ella. Ella creció en mi a la par que yo gané centímetros de altura, y de gordura también.
La vida comenzó a ser lo que faltaba, y lo que tenía no tenía valor. Así fueron inculcándome mi padre y madre, abuelos y abuelas. Levantaban su bandera de amor, de compañía y compasión pero daban lo que habían aprendido, carencias.
Esta historia puede ser mía como de tantos más, como de mis padres o lo suyos. Esta historia puede ser de amigos, vecinos y hasta desconocidos. Puede ser que sea de miles o millones de personas en el mundo, puede ser.
Cuando fui grande pude entender lo que me pasaba. Ver, oler, tocar... y sentir que algo faltaba. Sentir, y sentir que no me sentía.
Comprender que aquella carencia estaba en mi, no en todo lo que me rodeaba; no en todo lo que vivía ni en la gente que compartía. Y el haber entendido eso fue la llave para abrir esa puerta "Carencia".
Al momento de abrirla, esa necesidad se desplomó sobre mi. Me tapó y casi me ahoga, de no haber sido por mis lágrimas que fueron el primer acto de sanarme.
Me adentré a sentir a aquel niño, aquel adolescente y aquel adulto que fui. Las carencias se fueron resumiendo a pocas palabras, fueron perdiendo la fuerza que tenían en mis recuerdos, en esas imágenes, para comenzar a ser palabras con propia carga.
Vacíos con nombres que ya eran "algo-alguien"y que todos remitían a una palabra, tan básica y tan desvalorizada; una palabra mal-usada, devaluada...
Con el tiempo fui comprendiéndolas, fui siendo maduro para darme respuesta. Pude ver lo que era una necesidad y lo que era un deseo; aquello sirvió para saber que satisfacer y que resolver.
Mi carencia, mayor, es la de amor. Pudiendo entender que pedir un abrazo satisface mi necesidad se sentirlo; y que vincularme desde un estadio superior me conectaba con ese estado y desde allí sanaba.
Aquella historia de mis pasados y mi pasado... hasta mi deseo que llegue.
Que termine en mi para que quienes vengan después de mi tengan la posibilidad de no cargar con tal peso.
Y esto lo hago por mi y por ellos; por nosotros (todos).
Hoy, a cada instante que esté despierto, propongo y dispongo una nueva vida.
Desde hoy, una nueva historia
En cada mamadera, en cada abrazo y sonrisa estaba ella. En cada silencio, en cada rechazo y distancia estaba ella. Ella creció en mi a la par que yo gané centímetros de altura, y de gordura también.
La vida comenzó a ser lo que faltaba, y lo que tenía no tenía valor. Así fueron inculcándome mi padre y madre, abuelos y abuelas. Levantaban su bandera de amor, de compañía y compasión pero daban lo que habían aprendido, carencias.
Esta historia puede ser mía como de tantos más, como de mis padres o lo suyos. Esta historia puede ser de amigos, vecinos y hasta desconocidos. Puede ser que sea de miles o millones de personas en el mundo, puede ser.
Cuando fui grande pude entender lo que me pasaba. Ver, oler, tocar... y sentir que algo faltaba. Sentir, y sentir que no me sentía.
Comprender que aquella carencia estaba en mi, no en todo lo que me rodeaba; no en todo lo que vivía ni en la gente que compartía. Y el haber entendido eso fue la llave para abrir esa puerta "Carencia".
Al momento de abrirla, esa necesidad se desplomó sobre mi. Me tapó y casi me ahoga, de no haber sido por mis lágrimas que fueron el primer acto de sanarme.
Me adentré a sentir a aquel niño, aquel adolescente y aquel adulto que fui. Las carencias se fueron resumiendo a pocas palabras, fueron perdiendo la fuerza que tenían en mis recuerdos, en esas imágenes, para comenzar a ser palabras con propia carga.
Vacíos con nombres que ya eran "algo-alguien"y que todos remitían a una palabra, tan básica y tan desvalorizada; una palabra mal-usada, devaluada...
Con el tiempo fui comprendiéndolas, fui siendo maduro para darme respuesta. Pude ver lo que era una necesidad y lo que era un deseo; aquello sirvió para saber que satisfacer y que resolver.
Mi carencia, mayor, es la de amor. Pudiendo entender que pedir un abrazo satisface mi necesidad se sentirlo; y que vincularme desde un estadio superior me conectaba con ese estado y desde allí sanaba.
Aquella historia de mis pasados y mi pasado... hasta mi deseo que llegue.
Que termine en mi para que quienes vengan después de mi tengan la posibilidad de no cargar con tal peso.
Y esto lo hago por mi y por ellos; por nosotros (todos).
Hoy, a cada instante que esté despierto, propongo y dispongo una nueva vida.
Desde hoy, una nueva historia
Comentarios