Subieron la apuesta, y todo se tornó peligroso. Lo que había comenzado con una broma había ido tomando tintes serios y hasta violentos. Lo que era risa es ira.
Todo fue cambiando sin que las partes se fuesen dando cuenta, realmente, de lo que iban haciendo ni diciendo.
Las cargadas mutaron a ofensas y estas llevaron a las manos a actuar. Los golpes frenaron debido a que se edificaron paredes y se colocaron cercos.
Aquellos que eran hermanos y hermanas hoy son violentos y resentidos desconocidos.
Las camas tienen vacíos y sangre. Las mesas ya no están colmadas de comida y bebida.
El parque ya no tiene ni luz propia ni juegos.
El dolor reina entre todos, y nadie sabe como fue que todo escaló de esa manera.
Hoy están todos contra todos, mirando y refunfuñando. Atentos a lo que hacen, espiando, para poder dañarlos de alguna o todas las formas posibles.
Los días ya no se ven ni sienten; las noches no se duermen ni se disfrutan.
Todo aquí es caos y violencia. Reina el miedo y el odio.
Y nadie prestó atención a aquella pequeña persona sentada con una sonrisa, de día, o caminando plácidamente, de noche.
Nadie se dio cuenta de que todo ello había sido parte de su plan, de su elucubración... de su negocio.
Un planeta dividido... y solo un rey...
Y ese rey no soy yo ni tu; y nosotros deberíamos de serlo.
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