Crayones de colores, permitiéndome crear y dar vida a las cosas; porque no es el dibujarlas lo importante, sino el personalizarlas.
Darles vida es colorearlas, es darles existencia y realidad. Eliminar el vacío que proponen las lineas, que dividen entre un afuera y un adentro en donde no hay nadie entre medio.
Comienzo los dibujos sin sentidos, entre lineas rectas y curvas; dibujando con cierta perspectiva para demostrar la altura de la profundidad.
Lo que dibujo nadie lo ve, es mi tesoro. Es lo que está dentro mío, que me permite que le haga una réplica en el afuera; una bruta réplica ya que dentro mío reside la perfección y en el exterior es tan solo un intento torpe de una mano inocente que no conoce de creación y de pureza.
Mientras hago, mi mano deja de dirigir y mis ojos dejan de ver claramente. Avanza el crayón como guiado por una fuerza "superior"; ese es mi yo consciente que está manifestando a la perfección y no buscando copiarla.
Lo que está siendo, es algo que no se podrá definir ni encasillar; todo esto está siendo una experiencia única e irrepetible.
Me siento como el creador manifestando la creación, y no me doy cuenta que soy la creación que está replicando el mayor acto creativo que el creador realizó. Se lo puede llamar Dios, Brahma, Allah, o como se guste ya que "aquello" que es el creador, no le importa ni significa un nombre ni que se lo nombre.
Tal como el creador, manifiesto de un modo que por fuera del acto creativo todo es un sinsentido.
Muevo y dibujo, hago y expando. Cada cosa tiene su forma específica y su textura. Llega el momento en que doy aquella "personalización", que antes comenté, a cada cosa que dibuje.
Allí comienza a suceder que cada cosa toma color, su forma y su existencia; entre las lineas se crean los límites y por ellos se pueden ver la diversidad y la multiplicidad.
Cada color va definiendo lo que es.
Y yo estoy aquí, jugando a crear; creando sin saberlo. Reproduciendo, en mi escala, a la naturaleza y al todo.
Soy aquel "Dios" que tanto manifiesta sin pedir ni decir. Creo y doy libertad a cada objeto creado para que sea lo que debe ser.
Y todos me ven como un niño de siete años; y algunos, los locos, pueden ver al creador en contacto directo con su creación.
Aquellos que ven al niño, le dan una palmada y una caricia en su cabeza... Pero son los "locos", los que ven al creador jugando a crear, que se sientan junto a él y buscan el diálogo y la conexión.
Es que ver, de primera mano, al creador y la creación en su danza infinita es algo que tan solo los lúcidos están permitidos a presenciar.
Darles vida es colorearlas, es darles existencia y realidad. Eliminar el vacío que proponen las lineas, que dividen entre un afuera y un adentro en donde no hay nadie entre medio.
Comienzo los dibujos sin sentidos, entre lineas rectas y curvas; dibujando con cierta perspectiva para demostrar la altura de la profundidad.
Lo que dibujo nadie lo ve, es mi tesoro. Es lo que está dentro mío, que me permite que le haga una réplica en el afuera; una bruta réplica ya que dentro mío reside la perfección y en el exterior es tan solo un intento torpe de una mano inocente que no conoce de creación y de pureza.
Mientras hago, mi mano deja de dirigir y mis ojos dejan de ver claramente. Avanza el crayón como guiado por una fuerza "superior"; ese es mi yo consciente que está manifestando a la perfección y no buscando copiarla.
Lo que está siendo, es algo que no se podrá definir ni encasillar; todo esto está siendo una experiencia única e irrepetible.
Me siento como el creador manifestando la creación, y no me doy cuenta que soy la creación que está replicando el mayor acto creativo que el creador realizó. Se lo puede llamar Dios, Brahma, Allah, o como se guste ya que "aquello" que es el creador, no le importa ni significa un nombre ni que se lo nombre.
Tal como el creador, manifiesto de un modo que por fuera del acto creativo todo es un sinsentido.
Muevo y dibujo, hago y expando. Cada cosa tiene su forma específica y su textura. Llega el momento en que doy aquella "personalización", que antes comenté, a cada cosa que dibuje.
Allí comienza a suceder que cada cosa toma color, su forma y su existencia; entre las lineas se crean los límites y por ellos se pueden ver la diversidad y la multiplicidad.
Cada color va definiendo lo que es.
Y yo estoy aquí, jugando a crear; creando sin saberlo. Reproduciendo, en mi escala, a la naturaleza y al todo.
Soy aquel "Dios" que tanto manifiesta sin pedir ni decir. Creo y doy libertad a cada objeto creado para que sea lo que debe ser.
Y todos me ven como un niño de siete años; y algunos, los locos, pueden ver al creador en contacto directo con su creación.
Aquellos que ven al niño, le dan una palmada y una caricia en su cabeza... Pero son los "locos", los que ven al creador jugando a crear, que se sientan junto a él y buscan el diálogo y la conexión.
Es que ver, de primera mano, al creador y la creación en su danza infinita es algo que tan solo los lúcidos están permitidos a presenciar.
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