Tengo dos oídos y por ellos he escuchado muchas explicaciones. He podido escuchar, tantas veces, y oir, tantas otras veces, explicaciones.
Explicaciones que en si son excusas.
Con esto no juzgo con mala intención ni mal sentir a lo que se me dice, solo lo juzgo. Y juzgar es emitir una opinión, es tener una opinión sobre algo.
He podido ver y comprender que siempre hay excusas para todo hacer, para toda acción, para toda reacción y para no reaccionar ni hacer también.
Las excusas siempre surgen de nosotros como justificativos validatorios de nuestro hacer. Y esperamos ser entendidos y no criticados ni tratados de mala manera; ya que hemos explicado del porque de lo sucedido.
Ahora, habiendo explicado esto puedo decir dos cosas.
Una es que siempre existe una excusa para todo; y que nunca existe una excusa para una excusa. Es decir, podrás excusarte de todo y con muchas o pocas palabras, pero no podrás dar una excusa de tu excusa; la excusa no tiene justificativo en si.
Y lo segundo que aprendí es que lo hecho, hecho esta y aceptar lo sucedido es de adulto. Ser responsable también conlleva la adultez de afrontar los hechos. Darse una respuesta positiva y aprender de lo acontecido es lo único positivo a hacer.
El justificar solo nos permite ponernos en mártires. Mártires son los que sobran en este mundo.
Quítate esta cruz inventada que has creado, que nos hemos creado uno y cada uno de nosotros (donde también entro yo); camina libre, responsablemente y dándote una respuesta positiva a tus experiencias y aprendizajes.
Madura.
- Por fecha 02/04/2013 -
Matías Hugo Figliola
Comentarios